Los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la agencia federal estadounidense encargada de la investigación médica, anunció un drástico recorte de fondos destinados a universidades y centros de estudio, limitando la financiación de “costos indirectos” al 15 %, en lugar del 60 % o más que actualmente reciben algunas instituciones. Según la agencia, esta medida generará un ahorro de más de 4 mil millones de dólares anuales. Sin embargo, la decisión ha sido fuertemente criticada por la comunidad científica, que advierte sobre sus graves consecuencias para la investigación en áreas críticas como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.
Matt Owens, presidente de COGR, una asociación que representa a institutos de investigación y centros médicos académicos, calificó el recorte como una “herida autoinfligida” que podría paralizar la innovación científica en el país. “Los competidores de Estados Unidos se alegrarán de esta decisión”, afirmó Owens, quien instó al gobierno a revertirla antes de que los estadounidenses sufran las consecuencias. Jeffrey Flier, ex decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, también expresó su preocupación en redes sociales, señalando que la medida no busca mejorar el proceso, sino perjudicar a las instituciones y a la investigación biomédica.
A pesar de las críticas, el anuncio fue recibido con entusiasmo por el multimillonario Elon Musk, quien lidera una comisión especial encargada de reducir el gasto federal, y por algunos legisladores republicanos. Estos últimos han acusado a prestigiosas universidades como Harvard, Yale y Johns Hopkins de promover una ideología progresista, lo que, según ellos, justifica el recorte. Mientras tanto, la comunidad científica sigue alertando sobre el impacto negativo que esta decisión tendrá en el avance de la medicina y la ciencia en Estados Unidos.